Qué es Ksar el Khorbat y cuáles son sus atractivos

Qué es Ksar el Khorbat y cuáles son sus atractivos

Ksar el Khorbat es un lugar de enorme interés para quienes visitan esa vasta zona que queda al sur del Alto Atlas. Se ubica muy cerca de la localidad de Tinejdad, en el valle del Todra, y representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura bereber y vida tradicional. En este post te contamos por qué merece la pena visitarlo, especialmente si tu circuito te lleva al desierto del Sahara y tienes tiempo suficiente para adentrarte en la cultura local.

Una de las mil kasbahs

Ksar el Khorbat se puede integrar en lo que se conoce como la Ruta de las Mil Kasbahs. Con este término se hace referencia a las numerosísimas fortalezas bereberes que jalonan los valles presaharianos al sur del Atlas. Y este lugar representa es uno de los ejemplos más representativos de ello. Cierto es que ksar hace referencia al poblado fortificado en su conjunto (no sólo a un castillo o kasbah), que está rodeado de murallas de tierra cruda.

Esta localidad amurallada es el reflejo de las continuas tensiones a las que se enfrentaban las distintas tribus del sur, que fundaron este enclave y lo han habitado de manera permanente: los Beni Maaquil de tribu árabe Roha, posteriormente los bereberes de Ait Attah y finalmente los también bereberes de Ait Merghad. Cada uno fue modificando este enclave para hacerlo funcional y seguro, hasta el punto que jugó un papel importante hasta los tiempos del Protectorado Francés, cuando se fundó n una nueva localidad administrativa al lado: Tinejdad. 

Ejemplo de ecoturismo responsable

En cualquier caso, Ksar el Khorbat sobrevivió como población bereber prácticamente autosuficiente, y gracias a los esfuerzos recientes de restauración y conservación, sigue conservando buena parte de su esencia. De hecho, se puede considerar uno de los mejores ejemplos de ecoturismo responsable en el país, pues aquí conviven las labores tradicionales con los nuevos usos del turismo.

Aquí siguen viviendo familias que se dedican a actividades tan ancestrales como los talleres de bordado, gestionados mayoritariamente por mujeres, y las labores agrícolas del entorno, con una participación destacada de campesinos ikabliin, de piel oscura, establecidos aquí hace siglos.

El conjunto arquitectónico presenta esa imponente humildad de altas murallas exteriores, de 12 metros de altura en algunos puntos. Casas adosadas a ella en algunos tramos, fachadas decoradas con sugestivas incisiones geométricas, puertas hechas con madera de palmera, una entrada monumental o almenas triangulares escalonadas son algunos de los detalles característicos del recinto, donde no falta la mezquita.

En los últimos años, el recinto ha sido objeto de importantes restauraciones, que incluyen la construcción de estructuras con técnicas modernas, como el hormigón armado, pero se ha hecho siempre con un claro objetivo de mantener la armonía del entorno, pues los acabados ofrecen el genuino recubrimiento de tierra cruda y decoración bereber, como es habitual aquí.

Para dar cabida al turismo responsable que recibe, cuenta con servicios como alojamiento y restaurante, todo ello regentado por ciudadanos locales. Y además, cuenta con un humilde pero interesante museo, dedicado principalmente a mostrar las costumbres de los habitantes de los oasis de la región. Antigüedades, fotografías explicativas, maquetas y objetos etnográficos lo ilustran, así como varias obras de un artista local llamado Rachid Bouskri.

Algunas de las áreas temáticas de dicho museo son las fiestas, la guerra, la organización tribal, los cultos religiosos (judío e islámico), la vida nómada, la gastronomía y, por supuesto, la artesanía y la agricultura, que son dos pilares de la vida en el Ksar el Khorbat. Este museo cuenta con un amplio horario de apertura y gratuidad para niños, por lo que supone una buena propuesta para todo tipo de viajeros, especialmente los más interesados en conocer las tradiciones locales.