El Faro de Casablanca, llamado El Hank por sus propios habitantes, representa, para muchos, uno de los atractivos más interesantes de esta ciudad, la más grande del mundo. Dado que no tiene tantos monumentos antiguos e históricos como otros destinos de Marruecos, la opción de acercarse hasta esta construcción puede merecer la pena si vas a pasar un día o más aquí. En las siguientes líneas te contamos todo lo que debes saber si te estás planteando esta posibilidad.
Una zona renovada
La ubicación del Faro de Casablanca es, como cabría esperar, un atractivo en sí mismo. Al igual que el resto de faros del mundo se ubica en pleno litoral, en un saliente terrestre, en este caso rocoso y accidentado, así que pasear por sus alrededores te ofrecerá la experiencia sensorial de sentir la brisa marina en el rostro y el aroma a sal del Atlántico. Pero además, el barrio que lo abraza ha sido objeto de importantes renovaciones en los últimos años: si bien hasta hace poco era una zona poco menos que abandonada, ahora su tráfico y paseo marítimo han sido reordenados para resultar más acogedores. Y eso ha permitido el surgimiento de una incipiente actividad gastronómica en torno a la Rue Ras El Hank, con restaurantes y locales de ambientación y carta modernas.
La arquitectura del faro
El Faro de Casablanca bien lo podemos considerar un monumento histórico en sí mismo. No en vano, fue proyectado en 1916 por el arquitecto francés Albert Laprade, entrando en funcionamiento en 1920. Tiene una altura de 51 metros y eso lo convierte en el más alto de todo Marruecos. Su base es más ancha para dotar de mayor estabilidad a la torre, que es de planta circular.
Su autor se inspiró, cómo no, en los minaretes de las mezquitas marroquíes, como puede verse en la decoración geométrica de la parte superior, donde también se abre una serie de arcos típicamente islámicos. No obstante, Laprade introdujo novedades y soluciones contemporáneas. Por ejemplo, la escalera de caracol de más de 250 escalones que recorre su interior y que, al contemplarse, ofrece una sugestiva silueta geométrica sin fin. La estructura está hecha en mampostería, recubierta con enfoscado liso en su parte exterior.
Por lo que respecta a la linterna, el Faro de Casablanca está dotado con una lente Fresnel que alcanza un rango luminoso de 30 millas náuticas (unos 55 kilómetros). Cada 15 segundos emite tres destellos luminosos, que facilitan la navegación a las embarcaciones y cruceros que se dirigen de noche al puerto cercano.
¿Se puede subir al Faro de Casablanca?
Como es lógico, las vistas panorámicas que ofrece el Faro de Casablanca son espectaculares, pues abarcan todo el litoral de la ciudad, incluida la bahía en cuyo extremo opuesto se levanta la Mezquita de Hassan II, auténtico símbolo turístico de Casablanca. Sin embargo, no todos los que se acercan hasta el faro tienen la posibilidad de subir a su cima.
Aunque lo gestiona la autoridad portuaria y marítima del ministerio competente (el de Equipamientos, Transporte, Logística y Agua), lo cierto es que su visita no está concebida como las de otros monumentos del país, sin taquilla ni venta de entradas. Por tanto, para poder entrar y subir a lo alto, es preciso dirigirse a los responsables del faro que suelen estar en las instalaciones durante el día.
No obstante, esto puede cambiar en el futuro y abrirse al público de una forma más estandarizada, dado que la zona en la que se ubica está creciendo en interés para los turistas y para los propios ciudadanos de Casablanca, por lo que te recomendamos consultar cuál es su situación en el momento de tu viaje.